Teotihuacan, según la lengua de los aztecas, significa “lugar donde los hombres se convierten en dioses”; fue la ciudad más importante del Periodo Clásico de Mesoamérica (años 150 a 650 d. C).
Entre el 300 y el 100 a. C, Teotihuacan sobrepasó en número de habitantes a los 20.000 de Cuicuilco, el hasta entonces mayor asentamiento de lo que hoy es la Cuenca de México.
Según puede leerse en la guía básica de esta zona arqueológica, a 50 Km al NE de Ciudad de México, Teotihuacan fue una gran metrópoli que debía su auge a su condición de emporio artesanal, comercial y poderío militar.
La ciudad estaba ordenada a partir de dos ejes principales perpendiculares. El principal era la Calle de los Muertos, que desembocaba en la Plaza de la Luna y estaba orientado al norte astronómico. El otro, en dirección este – oeste, seguía el cauce del rio San Juan. Ambos ejes dividían la ciudad en cuadrantes.
A lo largo de la Calle de los Muertos se alinean los principales edificios religiosos y palaciegos. En su época de esplendor la ciudad constaba, en general, de recintos residenciales, algunos de ellos con elegantes frescos.
A partir del año 650 d. C., motivos sociales, medioambientales y económicos hicieron que Teotihuacan comenzara su declive hasta su colapso final en el siglo VIII.
No obstante, siglos después Teotihuacan siguió siendo para los aztecas lugar de peregrinación, e incluso hoy en día siguen acudiendo a Teotihuacan miles de personas, durante el equinoccio vernal, entre el 19 y 21 de Marzo, porque creen poder absorber las energías místicas que supuestamente convergen allí.
La extensión de la antigua Teotihuacan era de 20 Km cuadrados. Hoy se puede ver solo, prácticamente, lo que se encuentra a lo largo de los 2 Km de la Calle de los Muertos.
Aún así, el conjunto es impresionante.
Bibliografía: Guía Lonely Planet, National Geographic, Secretaría de Turismo de México