Es la capital del estado del mismo nombre.
Cuando se llega a Guanajuato, la primera sensación que se tiene es la de estar en una ciudad impresionante; no en vano la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad.
Es una extraordinaria ciudad de la época del virreinato español, situada en un valle de la Sierra de Guanajuato, en cuyas empinadas laderas se extiende la ciudad de edificios de vivos colores y calles empinadas. La verdad es que es un regalo para la vista.
Fue fundada en 1559, cuando se descubrieron minas de oro y plata. Durante 250 años, esta región produjo el 20% de la plata mundial. Actualmente, continúa la producción del metal precioso por una empresa canadiense que tiene la concesión, para su explotación, durante 99 años.
El centro histórico de Guanajuato es un ejemplo del legado español. En las empinadas laderas se acumulan magníficos edificios virreinales, casas de distintos colores, con cientos de callejones empedrados que suben y bajan por la ladera. Las arboladas plazas están llenas de cafés al aire libre, museos, teatros, mercados y monumentos históricos, que son un excelente ejemplo de la arquitectura colonial española de estilo neoclásico y barroco.
Una red de túneles subterráneos, que antaño se construyeron para canalizar las crecidas de las aguas y evitar las inundaciones y que después se completaron con otros nuevos, corre por debajo de la ciudad para ayudar a controlar el flujo del tráfico.
Además de ser una excelente alternativa para el caos vial, estos caminos subterráneos son algo único que le imprime un sello inigualable a esta ciudad, la embellecen y nos invita a disfrutar de su magia e historia.
Bibliografía: Guía Lonely Planet, National Geographic, Secretaría de Turismo de México